
Querida familia de Radio María:
Alabado sea Jesucristo.
Hoy, 27 de noviembre, iniciamos el Adviento; tiempo propicio para renovar la esperanza; sobre todo la esperanza, porque fe y esperanza van juntas, son inseparables.
Adviento tiempo litúrgico para prepararnos espiritualmente a la celebración de la Navidad con alegría y paz Las lecturas de las celebraciones litúrgicas: Eucaristía y Liturgia de las Horas, como también otras celebraciones de la religiosidad popular, nos invitan a ejercitarnos en la esperanza. La consigna del Adviento es aumentar la esperanza o las ansias de Dios. Como dice el salmista: “tengo sed de Dios… como tierra reseca, agostada, sin agua…” (Sal 62,2). Con fe y esperanza salimos al encuentro de Cristo.
En Adviento la Madre Iglesia nos invita a esperar con fe al Hijo de Dios que se encarnó en las entrañas de María. Nos convoca el Adviento a recorrer un camino espiritual que exige valor. El Adviento nos llama a madurar y crecer en la espera o vuelta de Jesús que lo hará al final del mundo. Todo esto nos exige concentración, asimilación, humildad, silencio, conversión, compromiso, fidelidad… Esto solo se puede vivir desde la fe. San Agustín lo expresa maravillosamente: “Dios, teniendo un Hijo único, lo hizo hombre para que el Hijo del Hombre se hiciera hijo de Dios”.
La Palabra de Dios en el Adviento nos sale al paso y nos pide mucha atención para saber escuchar con humildad lo que Dios quiere para cada cual, y lo que quiere también para su Iglesia, especialmente en este tiempo de sinodalidad que se nos invita a caminar juntos. Se necesita humildad para cambiar lo que haya que cambiar lo cual produce un espíritu nuevo que nos recrea. Es diciendo “Si” que podemos comenzar, es renovando el “Sí” que avanzaremos y es muriendo por el “Si” que concluiremos este tiempo en el gozo de la Navidad, sabiendo que Jesús volverá en cualquier momento.
Nos preparamos en este tiempo de Adviento para celebrar el aniversario del Nacimiento de Jesús. Es un tiempo maravilloso para vivir la presencia de Dios en Cristo. Pero, ¡cuidado! Que no nos secuestren la Navidad. “Si un personaje te dijera: voy a habitar en tu casa, ¿qué harías?, si tu casa es pequeña, sin duda que te quedarías desconcertado, te espantarías, preferirías que el encuentro no tuviera lugar. Ahora bien, tú no temes la venida de Dios. No temes el deseo de Dios. Al venir, no reduce el espacio; al contrario, cuando venga, será Él quien te dilate” (San Agustín).
No debiéramos preocuparnos de los fenómenos cósmicos de que habla el Evangelio, sino de la esperanza, como dice Jesús, “alcen la cabeza: se acerca la liberación” (Lc 21,28). Ni la muerte de cada uno, ni el fin del mundo será el final, al contrario, es el inicio de una vida nueva, una nueva manera de existir.
En el Adviento, junto a los profetas y a Juan el Bautista, está María, la Inmaculada, la Madre del Salvador. Ella ha acompañado a nuestro pueblo uruguayo en el peregrinar de la fe. María nos ha dado a Cristo y, Él, nos ha dado a María como Madre. María nos lleva a Cristo, Él es el centro de nuestra fe y, María es la creyente en la salvación que Jesús nos trajo con su venida al mundo. La fe es el regalo más precioso que nos ha venido por la evangelización. Por ello, con María y por María, en Adviento. que María, “Estrella de la Evangelización” nos acerque a la fuente de la Vida, Cristo Jesús.
Supliquemos fervientemente en este tiempo de Adviento: “Venga a nosotros tu Reino, Señor”.
Pbro. Fernando Pereira Chaparro
Director Editorial Radio María Uruguay